14 dic 2011
11 dic 2011
Pronósticos.
A medias.
Estas medias son vendas azules, estas medias son azules, estas medias son azules, estas luces son azules...
A veces es que no.
A trozos, a intervalos dudosos.
31 oct 2011
24 oct 2011
Helmintofobia.
Un nada que lo es todo.
Lo que aparentamos ser, lo que sentimos, lo que callamos y lo que somos.
Ese miedo a vivir "bien" en continuo enfrentamiento con ese deseo de vivir "mal".
Un acariciar de pies. Un roce de miel. Estas manos que cuando te ven te atacan, se atan, se desatan, que gritan, que empiezan lo que tú (casi) siempre acabas; frías otra vez.
Ese rojo tan rojo que te ilumina la sonrisa.
Esa diversión que más que suspirar exhala cuando se aleja de ti.
Un "te debo estar contigo estés como estés" alegando a un pasado que te tortura. Y es que crees que no sé que en el fondo estás justificando un futuro que no nos dejará dormir. Mis trastornos y tus reincidencias.
Las muecas y la mirada perdida que afirman que... y que sienten cerca la confirmación de que la noche se agota en delirium tremens; pero tu teléfono no va a sonar.
Ese limpiar tu mierda adueñándote de virtudes ajenas.
Un "vivieron felices por siempre punto y FIN".
Una Barbie con tatuajes que lucha internamente por no ser "el paradigma del nihilismo ontológico" de la semana.
Ese futuro paternal tan oscuro, tan oscuro, que tus hijos inevitablemente serán heavies.
Un zapping descarado y acelerado que te cuenta que solo hay "dos tipos de hombres: los que te cogen de la mano y los que te follan" y que estamos (obviamente) jodidas.
Un torero que era bueno, un motociclista con toda una vida por delante y sin dinero, un asesino confeso sin condena y a la espera.
Una educación basada en perderse en frases diplomáticas que pretenden ser realidad sin dejar de ser la más pura retórica.
Tiritar en el calor externo de un club de alterne, "terminamos y nos vamos".
Autocontrol, autocontrol, autocontrol. Exponerse y salvarnos.
Un diagnóstico, un tratamiento, un "yo no necesito" autorecetado.
Tu reciprocidad de informe abierto.
Lo que aparentamos ser, lo que sentimos, lo que callamos y lo que somos.
Ese miedo a vivir "bien" en continuo enfrentamiento con ese deseo de vivir "mal".
Un acariciar de pies. Un roce de miel. Estas manos que cuando te ven te atacan, se atan, se desatan, que gritan, que empiezan lo que tú (casi) siempre acabas; frías otra vez.
Ese rojo tan rojo que te ilumina la sonrisa.
Esa diversión que más que suspirar exhala cuando se aleja de ti.
Un "te debo estar contigo estés como estés" alegando a un pasado que te tortura. Y es que crees que no sé que en el fondo estás justificando un futuro que no nos dejará dormir. Mis trastornos y tus reincidencias.
Las muecas y la mirada perdida que afirman que... y que sienten cerca la confirmación de que la noche se agota en delirium tremens; pero tu teléfono no va a sonar.
Ese limpiar tu mierda adueñándote de virtudes ajenas.
Un "vivieron felices por siempre punto y FIN".
Una Barbie con tatuajes que lucha internamente por no ser "el paradigma del nihilismo ontológico" de la semana.
Ese futuro paternal tan oscuro, tan oscuro, que tus hijos inevitablemente serán heavies.
Un zapping descarado y acelerado que te cuenta que solo hay "dos tipos de hombres: los que te cogen de la mano y los que te follan" y que estamos (obviamente) jodidas.
Un torero que era bueno, un motociclista con toda una vida por delante y sin dinero, un asesino confeso sin condena y a la espera.
Una educación basada en perderse en frases diplomáticas que pretenden ser realidad sin dejar de ser la más pura retórica.
Tiritar en el calor externo de un club de alterne, "terminamos y nos vamos".
Autocontrol, autocontrol, autocontrol. Exponerse y salvarnos.
Un diagnóstico, un tratamiento, un "yo no necesito" autorecetado.
Tu reciprocidad de informe abierto.
Un sábado tan domingo que el lunes no acaba.
November rain en este Octubre.
Sinsentidos. Sinsabores. Sinsaberes.
Despertar (pronto) y ver llover
Dejarse de tanta metafísica
Tocar(te)
Contarte lo que en ese cuento no te cuentan.
11 oct 2011
28 sept 2011
Alineados.
Te guste o no.
Escoges contenerte en los silencios de tu propia Guerra Fría. No dices, no ofendes, no invades, no arremetes contra nadie... No te atreves a pasar esa (esta) frontera.
Aquí no.
Por esos despertadores que se creen alarmas.
19 sept 2011
"Drama Queen"
[...] hasta las once de la mañana, la hora en que traen el diario con las noticias de los que se han ahogado de veras.
"Me das risa, pobre. Tus determinaciones trágicas, esa manera de andar golpeando las puertas como una actriz de tournées de provincia, uno se pregunta si realmente crees en tus amenazas, tus chantajes repugnantes, tus inagotables escenas patéticas untadas de lágrimas y adjetivos y recuentos. Merecerías a alguien más dotado que yo para que te diera la réplica, entonces se vería alzarse la pareja perfecta, con el hedor exquisito del hombre y la mujer que se destrozan mirándose en los ojos para asegurarse el aplazamiento más precario, para sobrevivir todavía y volver a empezar y perseguir inagotablemente su verdad de terreno baldío y fondo de cacerola. Pero ya ves, escojo el silencio... "
El Río.
Julio Cortázar.
15 sept 2011
"No decía palabras"
Acercaba tan solo un cuerpo interrogante,
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.
[...]
3 sept 2011
Las líneas de Picasso se transforman en cuadros.
Librerías. Libros. Libreros. Libertad de expresión. Ilustración. Procrastinación.
Casualidades con causa. "Y si no se hallan, se inventan"
“¿No hay en nosotros una tendencia permanente, que enfrenta descaradamente al buen sentido, una tendencia a transgredir lo que constituye la Ley por el solo hecho de serlo?”
El gato negro.
Edgar Allan Poe.
31 ago 2011
Declaración de intenciones.
Tu música. Tu (no) ropa adecuada. Tu chispa azulada. Tu misticismo impertinente. Tu sonrisa a la nada. Las comparaciones y equiparaciones de tu boca. Tu incomparable noción de ciertas cosas. El perfil único de tu figura y tu sombra. La penumbra que, a veces, nos sobra.
Los equilibrios y desequilibrios que te rozan, te acarician, te tocan. Las delicias de tu tacto.
Los puzzles sin cartón. Las miradas que provocan.
La suavidad de tus extremos, zonas neutrales y frentes; que incitan, amable y sigilosamente, a invitarte a entrar sin importar cuantas veces llames (o no) a esta puerta.
Tu conjunto despiadado.
“Mi peligro, mi peligro constante”
16 ago 2011
¿Lógica informal?
Rebecca.
Y ella un día se prometió por enésima vez que no lloraría por...
Pero, resulta que las "enésimas veces" tienen un efecto secundario, una especie de ilusión adversa, directamente proporcional a las ganas de luchar a capa y espada, entre el silencio cortante y la pared, contra ese deseo implacablemente reversible de cerrarle las puertas a las astillas, los aguijones, las tachuelas, el fuego, las almas perdidas, los restos, las moscas, las cenizas… La repetición al infinito, el valor de la verdad. De auto promesas cuyas partidas indican que nacieron para recordarnos que somos, entre otras cosas, debilidad cubierta de piel, de lobo o de cordero, o de Caperucita Roja y asustada, de Lilith con extensas tentaciones y serpiente, de ella, de ti, de mí.
El hábito no hace al monje. Las lágrimas no hacen al débil.
14 ago 2011
Galicia-España
Recuerdos un tanto prestados, un tanto regalados, un tanto míos, un tanto suyos; de ellos.
Oportunidades.
Lo quisimos y lo vivimos diferente.
1 ago 2011
¿Y qué más pasa en agosto?
Quiso querer a sus pies. Y esos ojos no tuvieron otra opción más que la de dejarse observar.
Aquel paisaje le sentaba tan bien que tratar de no grabar y fijar esa imagen era como luchar en contra de nuestras propias pasiones.
22 jul 2011
Después del capítulo y el cigarro.
16 jul 2011
14 jun 2011
Skrik.
Se creían diferentes. Vivieron conformes y conformistas. Murieron soñando.
Y gritaría que: Estoy harta de toda esta mierda.
De tanto vacío. De tanto vicio. De tanta mentira. De tanto confórmate con lo que tienes. De no saber lo que quieres. De ser única siendo una más. De la puta mediocridad. De ideales que no son más que eso. De tanta revolución sin luchadores ni lucha. De espantos sin cura. De pies sin zapatos. De tacones de aguja. De tanto “no hay quien me entienda”. De quejas adolescentes. De carencias que crecen. De consejos que pretenden ser adultos, maduros, simples y directos; pretensiones. De tanto gesto sin dueño.
De tanta pose sin objetivo. De tanta postura sin dominio. De canciones que hablan de paz. De la búsqueda del equilibrio y la estabilidad. De tanto caos sin sentido. De vivir. De morir. De renacer. De tenerte y no quererte. De quererte y no tenerte. De ti. De mí. De esto y aquello. De trastornos y disociaciones. De mirar a través del cristal de una ventana que invita a salir, a soñar y a saltar. De tanta falta de voluntad. De tanto precio por tanta voluptuosidad. De todo lo rico engorda. De mentes sanas en cuerpos sanos. De mentes insanas que desean cuerpos insanos. De tanto precipicio. De tanto camino llano. De manos frías que hallan pies fríos en camas ajenas. De camas vacías. De menos es más. De más es mejor. De esta vulgaridad. De “yo era tal, pero, ahora soy cual”. De los círculos viciosos, “la pescadilla que se muerde la cola”, el eterno retorno. Del condicional perfecto.
De Eva, Adán, y su paraíso convertido en infierno. De manzanas mordidas. De cuentos. De príncipes, héroes, ranas, cisnes, murciélagos y arañas. De stay true, de one love, de paz y amor. De cortarse las venas. De dar pena.
Gritaría. Pero Munch me quitó la voz tras dejarme sin aliento.
Y gritaría que: Estoy harta de toda esta mierda.
De tanto vacío. De tanto vicio. De tanta mentira. De tanto confórmate con lo que tienes. De no saber lo que quieres. De ser única siendo una más. De la puta mediocridad. De ideales que no son más que eso. De tanta revolución sin luchadores ni lucha. De espantos sin cura. De pies sin zapatos. De tacones de aguja. De tanto “no hay quien me entienda”. De quejas adolescentes. De carencias que crecen. De consejos que pretenden ser adultos, maduros, simples y directos; pretensiones. De tanto gesto sin dueño.
De tanta pose sin objetivo. De tanta postura sin dominio. De canciones que hablan de paz. De la búsqueda del equilibrio y la estabilidad. De tanto caos sin sentido. De vivir. De morir. De renacer. De tenerte y no quererte. De quererte y no tenerte. De ti. De mí. De esto y aquello. De trastornos y disociaciones. De mirar a través del cristal de una ventana que invita a salir, a soñar y a saltar. De tanta falta de voluntad. De tanto precio por tanta voluptuosidad. De todo lo rico engorda. De mentes sanas en cuerpos sanos. De mentes insanas que desean cuerpos insanos. De tanto precipicio. De tanto camino llano. De manos frías que hallan pies fríos en camas ajenas. De camas vacías. De menos es más. De más es mejor. De esta vulgaridad. De “yo era tal, pero, ahora soy cual”. De los círculos viciosos, “la pescadilla que se muerde la cola”, el eterno retorno. Del condicional perfecto.
De Eva, Adán, y su paraíso convertido en infierno. De manzanas mordidas. De cuentos. De príncipes, héroes, ranas, cisnes, murciélagos y arañas. De stay true, de one love, de paz y amor. De cortarse las venas. De dar pena.
Gritaría. Pero Munch me quitó la voz tras dejarme sin aliento.
Porque hay silencios que dicen tanto sin haber dicho nada.
Porque hay silencios que, constantemente, nos salvan.
15 may 2011
"La muñeca de nadie y la muñeca de todos"
Puede que tengas razón.
Y que mis verdades solo sean palabras que disfrazan mis mentiras.
Mis pasiones, mis desilusiones, tus miedos.
Y que defender un concepto, una concepción, una idea, un ideal... termine en lo que no "debe"; ser un títere que se agarra con débil firmeza, en un constante intento desesperado de no dejarse caer, a esos hilos de los que no sabe cómo desatarse.
Porque cuando lo intenta se enreda.
¿Es que crees que estarán para siempre?
6 may 2011
Trayectorias, tendencias y doble de cafeína.
De repente un día, descubriste la huella, el mensaje, la ficha, la evidencia que confirmaba tus sospechas.
Nadie te dijo busca, pero buscaste. Y por supuesto, encontraste.
Nadie tiene esa virtud, tan tuya, tan arraigada, tan caprichosa, tan perfeccionista y perfeccionada; sí ésa, tu maravillosa intuición.
Y te digo, muy sinceramente, mientras nos tomamos el café de las 6 que deberías fiarte más de ella y usarla más. Sin embargo, tres minutos más tarde pienso que menos mal que no te dejas llevar tanto cuanto puedes, porque hoy, en este momento, me parece que no en vano está dicho aquello de que es más feliz quien vive en la ignorancia (y no, no me refiero a “ese” tipo de ignorancia, no quiero morir aplastada por una retórica invencible, hoy no). Me refiero a un plano algo (bastante) más sentimental, al plano éste en el que un pequeño error, un pequeño despiste, un leve malentendido se puede convertir en un torrente que nos inunda, que nos empapa las vestiduras, que no solo moja sino que puede destruir los muebles de lo que parecía ser un confortable hogar.
Y también te digo mientras relleno mi taza de café, mientras te miro a los ojos, esos encantadores ojos coloreados de un negro intenso hoy más brillante e iluminado que de costumbre ¿quién dijo que el negro era la ausencia de energía lumínica?... También te digo, te decía, que quizás esa persona, tan importante para mí cuyas palabras pocas veces casi nunca pasan inadvertidas, tuviera razón al decir que “una verdad a medias es al fin y al cabo una mentira”. A lo que, como te he contado y reiterado, yo siempre he dicho “¡no!”, tal vez con una ilusión en forma de esperanza, tal vez con una negación que suena más a excusa.
Entonces dices, al tiempo que el brillo de tus ojos se torna, desde mis perspectiva diagonalizada (por reducción al absurdo), cegador: es así.
¡No! Quizás todo empezó siendo una verdad a medias, quizás lo mejor sea aceptarlo.
Escuchas “aceptar” y a tu orgullo no se le ocurre otra cosa que revertirme la situación a modo de pregunta, a modo de deseo expresado en negativo. Te respondo. Tienes razón. Aceptar algo que está previamente rechazado, no sólo es terriblemente difícil, sino que lo percibimos, al menos a priori, como una putada. Para colmo, calzarse los zapatos de otra persona nunca fue la opción fácil.
Y es que, seguramente, hay tantos detalles y aspectos que se escapan a tus ya insomnes hipótesis, que tu gesto se despierta haciendo que tus cejas inevitablemente se eleven y tensen casi asombradas cuando llega a tus oídos el punto de vista según el cual muchas veces nos sorprendemos a nosotros mismos dejando evidencias de aquello que supuestamente ocultamos o que deberíamos ocultar, porque inconscientemente queremos ser descubiertos, queremos ser castigados y liberados de una carga, tratándose de algo así como de la revelación de un secreto que no se puede guardar por mucho más tiempo.
Lo comprendes. Pero no estás dispuesta a dar tu brazo a torcer.
Resulta irónico. Pero, a pesar de que no podemos retroceder el tiempo, sí, digo "podemos" porque lo retrocedería contigo aunque no hiciera falta; el tiempo es la única prueba que tenemos en nuestras manos para formular nuestro propio juicio de valor; el tiempo es lo único que nos queda para decidir.
Somos así. A veces somos así. Tan distintos y tan parecidos. Tan, siempre complejos.
Con un cuerpo y una mente preparados para sobrevivir; a deslices convertidos en torrentes que son una amenaza para nuestros bonitos y caros muebles, a prejuicios que se niegan a ser extirpados, a secretos que nos quitan el sueño.
Nadie te dijo busca, pero buscaste. Y por supuesto, encontraste.
Nadie tiene esa virtud, tan tuya, tan arraigada, tan caprichosa, tan perfeccionista y perfeccionada; sí ésa, tu maravillosa intuición.
Y te digo, muy sinceramente, mientras nos tomamos el café de las 6 que deberías fiarte más de ella y usarla más. Sin embargo, tres minutos más tarde pienso que menos mal que no te dejas llevar tanto cuanto puedes, porque hoy, en este momento, me parece que no en vano está dicho aquello de que es más feliz quien vive en la ignorancia (y no, no me refiero a “ese” tipo de ignorancia, no quiero morir aplastada por una retórica invencible, hoy no). Me refiero a un plano algo (bastante) más sentimental, al plano éste en el que un pequeño error, un pequeño despiste, un leve malentendido se puede convertir en un torrente que nos inunda, que nos empapa las vestiduras, que no solo moja sino que puede destruir los muebles de lo que parecía ser un confortable hogar.
Y también te digo mientras relleno mi taza de café, mientras te miro a los ojos, esos encantadores ojos coloreados de un negro intenso hoy más brillante e iluminado que de costumbre ¿quién dijo que el negro era la ausencia de energía lumínica?... También te digo, te decía, que quizás esa persona, tan importante para mí cuyas palabras pocas veces casi nunca pasan inadvertidas, tuviera razón al decir que “una verdad a medias es al fin y al cabo una mentira”. A lo que, como te he contado y reiterado, yo siempre he dicho “¡no!”, tal vez con una ilusión en forma de esperanza, tal vez con una negación que suena más a excusa.
Entonces dices, al tiempo que el brillo de tus ojos se torna, desde mis perspectiva diagonalizada (por reducción al absurdo), cegador: es así.
¡No! Quizás todo empezó siendo una verdad a medias, quizás lo mejor sea aceptarlo.
Escuchas “aceptar” y a tu orgullo no se le ocurre otra cosa que revertirme la situación a modo de pregunta, a modo de deseo expresado en negativo. Te respondo. Tienes razón. Aceptar algo que está previamente rechazado, no sólo es terriblemente difícil, sino que lo percibimos, al menos a priori, como una putada. Para colmo, calzarse los zapatos de otra persona nunca fue la opción fácil.
Y es que, seguramente, hay tantos detalles y aspectos que se escapan a tus ya insomnes hipótesis, que tu gesto se despierta haciendo que tus cejas inevitablemente se eleven y tensen casi asombradas cuando llega a tus oídos el punto de vista según el cual muchas veces nos sorprendemos a nosotros mismos dejando evidencias de aquello que supuestamente ocultamos o que deberíamos ocultar, porque inconscientemente queremos ser descubiertos, queremos ser castigados y liberados de una carga, tratándose de algo así como de la revelación de un secreto que no se puede guardar por mucho más tiempo.
Lo comprendes. Pero no estás dispuesta a dar tu brazo a torcer.
Resulta irónico. Pero, a pesar de que no podemos retroceder el tiempo, sí, digo "podemos" porque lo retrocedería contigo aunque no hiciera falta; el tiempo es la única prueba que tenemos en nuestras manos para formular nuestro propio juicio de valor; el tiempo es lo único que nos queda para decidir.
Somos así. A veces somos así. Tan distintos y tan parecidos. Tan, siempre complejos.
Con un cuerpo y una mente preparados para sobrevivir; a deslices convertidos en torrentes que son una amenaza para nuestros bonitos y caros muebles, a prejuicios que se niegan a ser extirpados, a secretos que nos quitan el sueño.
23 abr 2011
Despedirse
sin entrar.
"Y también hay una cuarta categoría, la más preciada, la de quienes viven bajo la mirada imaginaria de personas ausentes. Son los soñadores."
[...]
"Y también hay una cuarta categoría, la más preciada, la de quienes viven bajo la mirada imaginaria de personas ausentes. Son los soñadores."
[...]
Y ése es el Nietzsche al que yo quiero.
8 abr 2011
Una de falsa moral (I)
¿Por qué te empeñas en mostrar que lo que dices, haces, aparentas, es verdadero? ¿Por qué ni siquiera te molestas en pararte a pensar un segundo y plantearte si realmente crees en lo que defiendes o si realmente defiendes aquello en lo que crees? Ah, sí, porque hay que pensar, requiere tiempo y puede que para ti también requiera de esfuerzo.
Y de repente, una mañana te miraste al espejo y te diste cuenta de que parecía que te daban la personalidad prefabricada, de que pareces ser la copia de la copia de la copia.
Decidiste que querías un cambio de imagen, algo diferente, rompedor, innovador, que llame la atención, que guste, pero que no se vaya a hablar mal de ti. Y no se hará, ya se hizo una vez con otras personas cuando éstas eran raras e iban por ahí con esas pintas. “¿A quién se le ocurre venir así?”. Ahora que dejaron de ser raras pueden ser copiadas. Adelante, únete al club.
Pero si aparentamos, que aparentemos bien. Vamos a copiarles también los gustos musicales, los textos que escriben, los libros que leen, los gestos que hacen, las frases que dicen, los trastornos que padecen, los vicios, las apologías, el humor… Stop. No, el humor no, que eso es demasiado, no lo entiendes.
Quizás el “problema” no esté en adolecer de originalidad; que, en realidad, todo está inventado ya y por eso siempre nos da la sensación de ser imitados.
Quizás es que hay demasiado paciente con un trastorno delirante persecutorio no diagnosticado.
O quizás, sencillamente, es que nos da pereza buscarnos algo diferente, informarnos, convencernos, defenderlo y defenderlo aún cuando nadie se acuerde de que existe. Así que nos conformamos con lo que es socialmente aceptable a día de hoy. Y si mañana deja de serlo, ya nos haremos otra copia de la copia.
Quizás sea que los profesores de microeconomía tienen razón, toda la razón, cuando entre gráfica y gráfica dicen:
Como bien sabemos en “este mundo” toda empresa se somete al riesgo constante de renovarse o morir.
Quizás sea que yo no tengo otra cosa más importante que hacer que escribir sobre algo tan trivial y superficial como la apariencia física y las decisiones de personal shopper que tomamos delante del espejo. Que mi preocupación encuentre su límite en banalidades de este tipo cuando parece que lo que intento decir es que “yo nunca haría esas cosas” porque mi inteligencia y mis intereses van mucho más allá; porque hay gente que se muere de hambre en el mundo, porque hay países en guerra, porque sigue habiendo represión, porque hay lugares en los que eso de “las mujeres no tienen ni voz ni voto” es más que un dato histórico.
Puede que la explicación esté en mi horóscopo, que dice que los astros me han regalado con una personalidad muy crítica. Claro que, también dice que hoy nada me perturbará.
Pero así están las cosas. Hacer, no hacer, decir, no decir, mentir, no mentir, sentir, no sentir, decir lo que se piensa, pensar lo que se dice. Ser consecuente, no serlo.
Expresarse con libertad, autocensurarse libremente.
Y es que hay días y días. Días como éstos, en los que no nos apetece seguir siendo el ombligo de nuestro propio mundo, en los que nuestras neuronas se cansan de acertijos emocionales. Entonces, nos buscamos un mundo vecino para hacerlo un poquito nuestro y también romperlo; pero que sea un mundo superficial, para que nada ni nadie se resienta.
Un respiro.
Aún así, me sigue molestando la gente que finge odiarte y que no se atreve a admitir, lo que con sus actos revela, que en realidad le gusta como eres. Así como también me molesta la gente que un día dijo “yo nunca” y al final eso resulta ser “yo siempre”.
Y por extensión, me molesta reconocerme en cada crítica, en cada palabra. Porque, al fin y al cabo, lo que decimos, en lo que nos fijamos, lo que criticamos casi siempre es reflejo de lo que somos; aunque no sea más que eso, un simple reflejo.
Y de repente, una mañana te miraste al espejo y te diste cuenta de que parecía que te daban la personalidad prefabricada, de que pareces ser la copia de la copia de la copia.
Decidiste que querías un cambio de imagen, algo diferente, rompedor, innovador, que llame la atención, que guste, pero que no se vaya a hablar mal de ti. Y no se hará, ya se hizo una vez con otras personas cuando éstas eran raras e iban por ahí con esas pintas. “¿A quién se le ocurre venir así?”. Ahora que dejaron de ser raras pueden ser copiadas. Adelante, únete al club.
Pero si aparentamos, que aparentemos bien. Vamos a copiarles también los gustos musicales, los textos que escriben, los libros que leen, los gestos que hacen, las frases que dicen, los trastornos que padecen, los vicios, las apologías, el humor… Stop. No, el humor no, que eso es demasiado, no lo entiendes.
Quizás el “problema” no esté en adolecer de originalidad; que, en realidad, todo está inventado ya y por eso siempre nos da la sensación de ser imitados.
Quizás es que hay demasiado paciente con un trastorno delirante persecutorio no diagnosticado.
O quizás, sencillamente, es que nos da pereza buscarnos algo diferente, informarnos, convencernos, defenderlo y defenderlo aún cuando nadie se acuerde de que existe. Así que nos conformamos con lo que es socialmente aceptable a día de hoy. Y si mañana deja de serlo, ya nos haremos otra copia de la copia.
Quizás sea que los profesores de microeconomía tienen razón, toda la razón, cuando entre gráfica y gráfica dicen:
Como bien sabemos en “este mundo” toda empresa se somete al riesgo constante de renovarse o morir.
Quizás sea que yo no tengo otra cosa más importante que hacer que escribir sobre algo tan trivial y superficial como la apariencia física y las decisiones de personal shopper que tomamos delante del espejo. Que mi preocupación encuentre su límite en banalidades de este tipo cuando parece que lo que intento decir es que “yo nunca haría esas cosas” porque mi inteligencia y mis intereses van mucho más allá; porque hay gente que se muere de hambre en el mundo, porque hay países en guerra, porque sigue habiendo represión, porque hay lugares en los que eso de “las mujeres no tienen ni voz ni voto” es más que un dato histórico.
Puede que la explicación esté en mi horóscopo, que dice que los astros me han regalado con una personalidad muy crítica. Claro que, también dice que hoy nada me perturbará.
Pero así están las cosas. Hacer, no hacer, decir, no decir, mentir, no mentir, sentir, no sentir, decir lo que se piensa, pensar lo que se dice. Ser consecuente, no serlo.
Expresarse con libertad, autocensurarse libremente.
Y es que hay días y días. Días como éstos, en los que no nos apetece seguir siendo el ombligo de nuestro propio mundo, en los que nuestras neuronas se cansan de acertijos emocionales. Entonces, nos buscamos un mundo vecino para hacerlo un poquito nuestro y también romperlo; pero que sea un mundo superficial, para que nada ni nadie se resienta.
Aún así, me sigue molestando la gente que finge odiarte y que no se atreve a admitir, lo que con sus actos revela, que en realidad le gusta como eres. Así como también me molesta la gente que un día dijo “yo nunca” y al final eso resulta ser “yo siempre”.
Y por extensión, me molesta reconocerme en cada crítica, en cada palabra. Porque, al fin y al cabo, lo que decimos, en lo que nos fijamos, lo que criticamos casi siempre es reflejo de lo que somos; aunque no sea más que eso, un simple reflejo.
22 mar 2011
Disociaciones
En cambio tú.
En cambio tú no te quedas a medias. Tú te contradices.
"Eva, en el edén, no consiguió coger el fruto deseado. El nuevo Adán había aprendido la galantería de ir a buscarle cargamento y la miró comer con ternura. La nueva Eva, egoísta en su pecado, ni siquiera le ofreció un bocado.
Me gustaba mucho ese remake, que se me antojaba más civilizado que el clásico. Sin embargo, el final de la historia se ensombrecía con una petición [...]
¿Por qué era necesario que el placer siempre se pagara? ¿Y por qué el precio de la voluptuosidad era, inevitablemente, la pérdida de la levedad original?"
-Ni de Eva ni de Adán-
-Amélie Nothomb-
12 feb 2011
Otavalo-Ecuador
"[...]
que tal vez soy vosotros, eso mismo,
esa miga de tierra, harina y canto,
ese amasijo natural que sabe
de dónde sale y dónde pertenece.
No soy una campana de tan lejos,
ni un cristal enterrado tan profundo
que tú no puedas descifrar, soy sólo
pueblo, puerta escondida, pan oscuro,
y cuando me recibes, te recibes
a ti mismo, a ese huésped
tantas veces golpeado
y tantas veces
renacido."
Pablo Neruda. A todos, a vosotros.
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