10 mar 2013

El riesgo, el beneficio de la duda.


Inocencias aparte.
Así transcurrimos por un estrecho camino que nos conduciría a las peticiones de carne abierta, cruda, violenta. Nos deshicimos en halagos, en besos, en las complicaciones de las combinaciones del sexo con amor para, finalmente, redundar en destrucción; revolcarse... someterse, dices.

Pues bien, allá vamos y aquí seguimos en la estrechez de la incertidumbre y el deseo creciente.
No sé cómo lo ves, pero sé que te sabes de pies a cabeza el mapa de mis precipitaciones, elevaciones, hundimientos, llanuras, mis reacciones y mis pulsiones. Sabes dónde estás y desde qué punto observar. Sabes que si tocas aquí yo termino así y que si dices no, por ende, yo te diré que sí. Y que si dices que no...
No sé cómo lo ves, pero ya lo verás quizás no tan claro como tan cerca.

Que sonamos a amenaza, a orden, a forcejeo, a acción-reacción, a manzana mecánica, a Newton pellizcando a Galileo, a relatividad recién hecha, a frustración post mortem.
Que olemos al almizcle aquel de junio de dos mil once.

Que lo dejamos para más tarde.



Digo "no sé" y te debo un euro que no pagaré,
porque, en cualquier caso, ya sabrás tú por mí.