30 abr 2013

"No se engañe, Ana"


Va a sonar a “patriotismo”, pero, yo soy de Ecuador... 
Y llevo viviendo en España media vida (además, literalmente).

Empiezo así porque esa circunstancia, esa condición, me está haciendo tomar conciencia de algo que ignoraba, que no podía ver, que no me hicieron ver o que no quería ver porque estaba demasiado ocupada en otros asuntos, desentendiéndome de algo que me tocaba de (cada vez más) cerca.

En los últimos días, he escuchado un par de entrevistas hechas al actual Presidente de Ecuador, Rafael Correa, e independientemente de su ideología política y de las medidas que toma en el país, su conocimiento pero sobre todo la exposición de los mismos, a mi modo de ver, una exposición clara, realista y aplicada, me ha llevado a ver un par de matices, de aspectos, de una forma un poco más crítica, pero sobre todo analítica. Aunque he de decir que ya me advirtieron de ello (ellos saben quiénes son, él sabe quién es).

Por un lado, he caído (caído, así, coloquialmente y porque casi he dicho "auch") en la transformación que ha sufrido ese originario fin último de los estudios de Economía. No me había percatado, a pesar de haberlo estudiado, de que éstos nacieron con una finalidad social que ha terminado convertida en algo muy diferente, casi contradictorio; se ha convertido en un estudio puramente técnico, estadístico, estratégico, empresarial. Quizá, no me había dado cuenta porque, pese a una breve introducción del componente social de la Economía vista y no vista en mi primer año de carrera, en la práctica, prima un componente bien distante del bienestar de la sociedad en general.
Pero en fin, yo no soy economista, diría que todo lo contrario, soy casi la expresión gráfica de esa sociedad sometida al pensamiento empresarial cuyo objetivo primero y último está en la maximización del beneficio (por algo estoy estudiando Administración y Dirección de Empresas). Sometida sin consentimiento ni consulta. Porque, si bien es cierto que con casi dieciocho años supuestamente yo estaba perfectamente capacitada como para elegir mi futuro, a día de hoy, creo que no tenía ni idea de lo que estaba haciendo, a pesar de que elegí lo que elegí porque quería ir más allá y empaparme, entusiasmarme, enterarme (já) de las bases de aquel tinglado que mueve la sociedad, pero he acabado en un estado de sometimiento sin remedio, como las Leyes a la Constitución Española (sí, también estudio Derecho, otra rama no menos digna de cuestionar). Y a pesar de esa sensación de descontento y desilusión, a veces (no sé cómo) me digo que si lo elegí, por muy degradados que estén los principios sociales, económicos, políticos y jurídicos, fue porque tuve mis motivos y me obligo a acabar (espero).

Y digo “pese a”, “a pesar de” porque darte cuenta de algo de lo que te habría gustado darte cuenta en el momento de tomar una decisión y no unos cuantos años después, pesa; el tiempo pesa, pese a que nuestro paso por él, históricamente, parezca tan insignificante.


Por otro lado, y lo que más me ha removido las ideas y lo que me ha llevado a escribir esto es esa noción que tiene el Presidente de la realidad de las personas que hace algo más de una década salieron de Ecuador, salimos de Ecuador, en busca, ya no de un futuro mejor, sino de un presente aceptable. Digo noción, porque a pocos dirigentes he oído hablar de los ciudadanos del país en cuestión con una implicación y un conocimiento de causa tal que de repente hace que vuelvas a la realidad y te sientas identificado con lo que está diciendo y no con la imagen de lo que está ofreciendo.

Recuerdo, de la última entrevista que he visto y escuchado, que le preguntaban sobre la crisis actual en Europa y más concretamente sobre el azote que está recibiendo España. Él contesta con un ejemplo muy claro, la situación de Latinoamérica, más concretamente de Ecuador hace unos cuantos años. Que parece mentira, pero en cuanto cambiamos de escenario se nos olvidan las causas y las consecuencias. Se refería a esa situación que nos hizo huir a millones de ecuatorianos, insostenible en casi todos los aspectos y en la que quedarse era, muy probablemente, lo más arriesgado, una situación que dejó familias enteras rotas, un país vacío casi muerto, con una deuda externa desorbitada aún por pagar, con una pirámide de población de todo menos piramidal, desequilibrada y en forma de reloj de arena.

Se quedaban en el país los abuelos con sus nietos, toda la población que no fuera sinónimo de mano de obra productiva, cualificada o no, eso daba igual; o aquellos jóvenes a los que sus padres querían proteger, sin exponerlos a un cambio brusco en un momento crítico de sus vidas, sí, me refiero a los adolescentes, siempre tan controvertidos.

Digo controvertidos porque es bien sabido que dentro del ciclo de vida de todo ser humano, siempre se ha supuesto, se ha puesto, la adolescencia como una etapa crítica, de dolores de cabeza para padres, de problemas para todos. Pero los adolescentes hijos de padres emigrantes, sobrinos de tíos emigrantes, vecinos de vecinos emigrantes o enamorados de niñas populares emigrantes, tenían un añadido que dio lugar a que muchos de ellos tuvieran que enfrentarse a un cambio desesperado de actitud, saltarse una etapa de problemas que dar, para hacerse cargo de ellos mismos y por si fuera poco, en ocasiones, para hacerse cargo también de sus hermanos pequeños. Si eras adolescente y conseguías ese cambio, bien, genial, eras el mejor hijo del mundo. Si no lo conseguías... Terminabas formando parte de una generación de jóvenes que no querían estudiar ni trabajar porque sus padres les facilitaban todo lo material, que no querían madurar porque no le veían sentido a ese vacío emocional no admitido, que estaba desenvolviéndose en la delincuencia callejera y/o alguna de sus otras variantes, o que estaba “metido” en algún movimiento, pandilla, grupo “de mal ver”, en un grupo de satánicos o en uno de rock socialmente satanizado en una cultura tan de ritmos latinos alegres o que estaba metido en su propia burbuja aislante y lo que me parece pasar el límite de lo catastrófico y que pocas personas se atreven a tratar abiertamente es que muchos de esos adolescentes terminaron optando por el suicidio. Casi nada.
Me leo, leo “suicidio” y me da la impresión de que estoy exagerando aquella situación, pero es cierto. Nada más allá de la realidad, fue crítico así como es crítica la situación de la España actual, con los suicidios de las personas que se han quedado sin nada de lo que tuvieron o pudieron tener, ni casa, ni comida, ni vestido, ni trabajo, ni hijos porque éstos se fueron en busca de un futuro mejor, sin vida.

Más adelante, con un poco de “suerte”, después de unos años (a ser posible y por el bien de todos, pocos), en los que nuestros padres trabajarían mucho y bien para pagar la deuda que dejaban en Ecuador o el país que fuera; hacerse cargo de los gastos de la familia que dejaban en su país de origen, a menudo, sin más ingresos que las remesas recibidas a fin de mes, además de hacerse cargo de sus propios gastos; lograrían ahorrar para poder volver a su país o traer/llevar a sus hijos, padres y/o hermanos con ellos y proporcionarles un "futuro mejor".

Y digo “suerte” entre comillas, y es a este punto al que quería llegar, porque los jóvenes que de niños emigramos a un país que nos proporcionaría más posibilidades y oportunidades que nuestro país de origen, una vez en nuestro país de destino, tras unos pocos años de bonanza, junto a todos los demás jóvenes hijos inmigrantes o no, vimos esfumarse esas posibilidades y oportunidades porque resulta que en ese país destino pasamos a formar parte de otro tipo de generación, no menos desgraciada, la llamada “generación perdida”...

A mí me da risa, de verdad, no porque sea gracioso sino porque tengo la, a veces odiosa, tendencia a reírme en/de las situaciones que darían ganas llorar a cualquiera.
Será el mecanismo de defensa que desarrollamos la “generación potencialmente problemática” del Tercer Mundo que puso un pie fuera para perderlo en la "generación del miedo" del Primero.

Pero, ya en serio... ¿Tan descarrilados crecimos y tan perdidos estamos? Esto no puede ser verdad.


Dos de las entrevistas: http://www.youtube.com/watch?v=MZx_kq4yfBE , http://www.youtube.com/watch?v=LhaVe17gABQ 



Quito y su neblina capital


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