Tu música. Tu (no) ropa adecuada. Tu chispa azulada. Tu misticismo impertinente. Tu sonrisa a la nada. Las comparaciones y equiparaciones de tu boca. Tu incomparable noción de ciertas cosas. El perfil único de tu figura y tu sombra. La penumbra que, a veces, nos sobra.
Los equilibrios y desequilibrios que te rozan, te acarician, te tocan. Las delicias de tu tacto.
Los puzzles sin cartón. Las miradas que provocan.
La suavidad de tus extremos, zonas neutrales y frentes; que incitan, amable y sigilosamente, a invitarte a entrar sin importar cuantas veces llames (o no) a esta puerta.
Tu conjunto despiadado.
“Mi peligro, mi peligro constante”
3 comentarios:
Tu sonrisa entrelazada. La mirada de tus labios. Tu ausencia de ventanas a través de las cuales poder mirar, o admirar cada una de las curvas de tus palabras, sin miramientos ni retos. El indeciso anonimato de este pez sin pecera que para poder respirar no necesita ni aire ni mar, sólo seguir perdido entre tanto anhelar.
Con su permiso... AnHeLo
http://www.youtube.com/watch?v=si6-Pw6lskw
(:
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