6 ene 2013

You'll be a woman soon




Esta noche. 
No. 
En esa hora y media de sueño entre la que suena el despertador y te levantas de la cama, he soñado que una amiga mía del instituto cogía un taxi por equivocación pensando que tendría que pagar un euro con cuarenta céntimos, lo mismo que si hubiera cogido el autobús. En el taxi íbamos más personas, además, por dentro tenía las dimensiones de un autobús, pero por fuera era un taxi normal y corriente. Resulta que nos bajamos todas en el mismo sitio, todas mujeres, y mi amiga no tenía dinero para pagar el taxi, así que a mí se me ocurre pagarlo entre todas: con un euro cada una bastaba e incluso podía sobrar; algo que yo veo lógico y normal pero que en el mundo de los sueños se ve que es inconcebible, nadie quería pagar un euro por un servicio del cual también habían disfrutado, ignorando, además, por completo que así ayudaríamos a una amiga, le evitaríamos un problema y ella podría irse a su casa con sus pesadas maletas tranquilamente que era realmente su objetivo final. Sí, llevaba pesadas maletas, de ahí que cogiera un taxi que era más espacioso y más cómodo para trasladarse; obviamente la equivocación estaba en el cálculo del precio. Las demás chicas, mujeres, personas (nunca sé cómo denominar a las personas de mi edad, porque yo nunca sé si soy una niña, una chica, una mujer, una dama, una señora o una hija de puta, porque nunca he sabido ser una sola cosa, digamos que me adapto al medio). Lo que decía, las demás chicas estaban horrorizadas. Y yo exclamaba incrédula ante lo que presenciaba: ¡por favor! es solo un euro, qué más os dará un euro... ¡un euro! E intentaba razonar una respuesta por mí misma porque ellas no me daban ninguna y no la encontraba. Hasta que una de ellas, que también fue mi amiga en el instituto, empezó a dar sus motivos, motivos que no recuerdo porque gritaba, gritaba mucho, estaba enfurecida y yo me distraía más con sus gestos y ruidos que con lo que intentaba decir. Pues bien, no sé de dónde, en la siguiente escena yo aparecía con un bote de aceitunas en la mano, era casi todo líquido con unas cuantas aceitunas nadando. Estaba sobre ella en el suelo, con una mano presionándole el pecho y con la otra sujetando el bote por encima de mi cabeza. Iba, decididamente, a pegarle con él, porque no me daba una razón de peso y porque me daba mucho coraje su falta de empatía y de solidaridad con una persona en apuros y que además era su amiga. G la justiciera del bote de aceitunas.

Yo, que ni tomo taxis a menudo, ni cojo botes de aceitunas, ni me peleo con nadie en un estado de histeria, ni mucho menos se me ocurriría coger un bote de aceitunas para pegarle a alguien con él. Cuando me desperté no me lo podía creer. ¿Por qué un bote de aceitunas? ¿Y por qué un primer plano antes de cogerlo como arma ofensiva? No lo entendía. Y lo que ahora no entiendo es por qué no he podido quitármelo de la cabeza en todo el día.

Por cosas como ésta no me gustan los despertadores, aunque sin ellos mi vida sería un completo caos (más). Y mucho menos me gustan los despertadores puestos a cualquier hora antes de que hayan pasado las horas mínimas que mi cuerpo necesita para descansar y volver a funcionar “correctamente” o como yo espero que funcione; porque tengo sueños que me resultan realmente perturbadores, por muy insulsos que sean, por muy banales, sencillos, incoherentes, costumbristas, existencialistas, absurdos que sean.

Necesito dormir, dormir más pero más que eso necesito dormir bien.
Antes de perder las formas y arremeter contra alguien armada con un bote de aceitunas.
Antes de ser pura y toda irascibilidad.
Antes de que suene el despertador otra vez.

3 ene 2013

Una de falsa moral (II)



Esta vez, intentaré ser breve.

Señores que se creen que el mundo está dividido en tetas, vaginas, penes (a ser posible solo el suyo) y nimiedades varias encontradas en Internet. Y que conste que con esto no quiero decir que las tetas, las vaginas, los penes e Internet me parezcan nimiedades.

Cada uno es libre de ver el mundo como quiere (o puede, según); eso sí, me apetece deciros un par de cosas: no esperéis que un día alguien os tome en serio y no os quejéis de que la mujer de vuestros sueños "no os quiere a pesar de estar muy buenos". En serio ¿qué os pasa? ¿qué os pasa por la cabeza? 
Sí, vale, perfecto, a todos nos gustan los cuerpos bonitos, las caras bonitas, los... bonitos, las... bonitas y una largo etcétera sexual y no sexual de cosas bonitas y no tan bonitas. Pero, no entiendo vuestra necesidad de reiteraros y reivindicaros y vuestro afán de hacer protagonistas los pechos, curvas, mujeres, en general, desnudas o semidesnudas que encontráis en la red de redes. Resultáis pedantes, patéticos, ridículos y a veces incluso ofensivos.

¿Y a mí por qué me molesta vuestra actitud? 
No lo sé, porque seré una de las mujeres que no aparecerían nunca en vuestras publicaciones de facebook, tumblr, instagram, twitter... O porque sencillamente seré subnormal (en el sentido literal y no en el que vosotros posiblemente le dais a la palabra, que seguramente difiere de lo que realmente es)... O no. 
Es porque estoy harta de que nos tratéis como como si fuéramos un objeto; no os voy a negar que a mí (hablo por mi y no por "nosotras", porque nunca se sabe) me gusta sentirme deseada de alguna u otra o de todas las formas, pero lo que no me gusta y me parece intolerable es ese cosificar a las mujeres que tanto parece que os gustan.


Y, haceros, hacednos, un favor... No llaméis “femme fatale” a la primera mujer que os gusta, calienta, o putea.