19 ago 2012

A veces, huir



- Y vuelves a ponerte ese color de pelo con el que hiciste, deshiciste y rompiste hogares...


Y así, ella se convirtió en la femme fatale más bonita, excitante y vulnerable que jamás había visto.
Con esa sonrisa brillante, coqueta, intermedia entre el orgullo y el arrepentimiento no de sus actos sino de su silencio.
Y así, en ese silencio, nos dimos cuenta de que el camino más difícil también tenía fin; de que había pasado tanto tiempo que ya no había nada que entender, había que afrontar y seguir... o pararse en seco, o empezar de nuevo, pero afrontar. No sanar heridas, afrontar. No dar puñetazos en la mesa, afrontar. No enfrentarse a sus encantos, enfrentarse a uno mismo.
Pero...
También es cierto que estamos aquí porque supimos huir a (des)tiempo.


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