23 abr 2011

Despedirse

sin entrar.


"Y también hay una cuarta categoría, la más preciada, la de quienes viven bajo la mirada imaginaria de personas ausentes. Son los soñadores."
[...]



Y ése es el Nietzsche al que yo quiero.

8 abr 2011

Una de falsa moral (I)

¿Por qué te empeñas en mostrar que lo que dices, haces, aparentas, es verdadero? ¿Por qué ni siquiera te molestas en pararte a pensar un segundo y plantearte si realmente crees en lo que defiendes o si realmente defiendes aquello en lo que crees? Ah, sí, porque hay que pensar, requiere tiempo y puede que para ti también requiera de esfuerzo.

Y de repente, una mañana te miraste al espejo y te diste cuenta de que parecía que te daban la personalidad prefabricada, de que pareces ser la copia de la copia de la copia.
Decidiste que querías un cambio de imagen, algo diferente, rompedor, innovador, que llame la atención, que guste, pero que no se vaya a hablar mal de ti. Y no se hará, ya se hizo una vez con otras personas cuando éstas eran raras e iban por ahí con esas pintas. “¿A quién se le ocurre venir así?”. Ahora que dejaron de ser raras pueden ser copiadas. Adelante, únete al club.
Pero si aparentamos, que aparentemos bien. Vamos a copiarles también los gustos musicales, los textos que escriben, los libros que leen, los gestos que hacen, las frases que dicen, los trastornos que padecen, los vicios, las apologías, el humor… Stop. No, el humor no, que eso es demasiado, no lo entiendes.

Quizás el “problema” no esté en adolecer de originalidad; que, en realidad, todo está inventado ya y por eso siempre nos da la sensación de ser imitados.
Quizás es que hay demasiado paciente con un trastorno delirante persecutorio no diagnosticado.
O quizás, sencillamente, es que nos da pereza buscarnos algo diferente, informarnos, convencernos, defenderlo y defenderlo aún cuando nadie se acuerde de que existe. Así que nos conformamos con lo que es socialmente aceptable a día de hoy. Y si mañana deja de serlo, ya nos haremos otra copia de la copia.
Quizás sea que los profesores de microeconomía tienen razón, toda la razón, cuando entre gráfica y gráfica dicen: 
Como bien sabemos en “este mundo” toda empresa se somete al riesgo constante de renovarse o morir.

Quizás sea que yo no tengo otra cosa más importante que hacer que escribir sobre algo tan trivial y superficial como la apariencia física y  las decisiones de personal shopper que tomamos delante del espejo. Que mi preocupación encuentre su límite en banalidades de este tipo cuando parece que lo que intento decir es que “yo nunca haría esas cosas” porque mi inteligencia y mis intereses van mucho más allá; porque hay gente que se muere de hambre en el mundo, porque hay países en guerra, porque sigue habiendo represión, porque hay lugares en los que eso de “las mujeres no tienen ni voz ni voto” es más que un dato histórico.
Puede que la explicación esté en mi horóscopo, que dice que los astros me han regalado con una personalidad muy crítica. Claro que, también dice que hoy nada me perturbará. 

Pero así están las cosas. Hacer, no hacer, decir, no decir, mentir, no mentir, sentir, no sentir, decir lo que se piensa, pensar lo que se dice. Ser consecuente, no serlo.
Expresarse con libertad, autocensurarse libremente.

Y es que hay días y días. Días como éstos, en los que no nos apetece seguir siendo el ombligo de nuestro propio mundo, en los que nuestras neuronas se cansan de acertijos emocionales. Entonces, nos buscamos un mundo vecino para hacerlo un poquito nuestro y también romperlo; pero que sea un mundo superficial, para que nada ni nadie se resienta.

Un respiro.

Aún así, me sigue molestando la gente que finge odiarte y que no se atreve a admitir, lo que con sus actos revela, que en realidad le gusta como eres. Así como también me molesta la gente que un día dijo “yo nunca” y al final eso resulta ser “yo siempre”.
Y por extensión, me molesta reconocerme en cada crítica, en cada palabra. Porque, al fin y al cabo, lo que decimos, en lo que nos fijamos, lo que criticamos casi siempre es reflejo de lo que somos; aunque no sea más que eso, un simple reflejo.